viernes, 13 de marzo de 2015

La Creatividad según Jung

 Por Alice A.Bailey

 Las ideas son el principio motivador que subyace en todas las formas creadas. Cada forma es un símbolo y cada símbolo es, por lo tanto, la expresión externa y visible de una realidad interna y espiritual.
Las citas que vienen a continuación son extraídas de un libro del Dr. C. G. Jung. El Hombre Moderno en busca de su Alma.
Nada influye tanto en nuestra conducta como las ideas intelectuales. Pero cuando una idea es la expresión de una experiencia psíquica, que ha dado sus frutos en regiones del globo separadas y sin relación histórica, como Oriente y Occidente, entonces debemos profundizar el asunto. Tales ideas representan fuerzas que están más allá de la justificación lógica y de la sanción moral, siendo siempre más fuertes que el hombre y su cerebro. El hombre cree que él moldea esas ideas, pero, en realidad, son ellas las que lo moldean y lo hacen su intérprete inconsciente.
En el proceso creador, en consecuencia, debemos reconocer dos aspectos del trabajo: aquello que produce en el hombre un despertar creador mediante el impacto sobre su consciencia de ideas que emanan de alguna fuente superior, y las ideas menores, visiones y conceptos que capta él mismo y a las que da forma. Las formas que crea pueden estar revestidas de belleza, utilidad práctica, color, palabras, sonidos musicales; pero, detrás de la forma se halla la idea percibida inconscientemente a la cual el creador trata de dar expresión. Por lo tanto, el creador es responsable de la forma y no de la idea en sí. Jung hace notar que:
Es muy cierto que las ideas ampliamente aceptadas nunca son de propiedad personal de su pseudoautor, por el contrario, él es sólo el servidor de sus ideas, Las grandes ideas aclamadas como verdades contienen algo peculiar en sí mismas. Aunque vienen a la existencia en un momento determinado, son y han sido, eternas; surgen de esa región de la vida creadora y psíquica donde la mente efímera del ser humano se desarrolla como una planta que florece, da semilla y fruto y luego se marchita y muere. Las ideas emergen de una fuente que no está contenida en la vida personal de un hombre. Nosotros no las creamos, ellas nos crean a nosotros. Al expresar las ideas, inevitablemente confesamos, no sólo lo mejor que hay en nosotros, sino también nuestras deficiencias y errores. Esto sucede especialmente en el caso de las ideas acerca de la Psicología. De dónde pueden provenir las ideas, que no sea del aspecto más subjetivo de la vida? Puede la experiencia en el mundo objetivo salvarnos de los prejuicios subjetivos? No es cada experiencia, aún en el mejor de los casos, en gran medida una interpretación subjetiva? Por otro lado, el sujeto es también un hecho objetivo, un pedazo del mundo. Lo que de él surge proviene del suelo universal, así como hasta el más extraño organismo es nutrido por la tierra que compartimos en común. Precisamente son las ideas más subjetivas las que están más cerca de la naturaleza y del ser viviente y las que merecen ser llamadas verdaderas. Pero, cuál es la verdad?
Es evidente que cuando el hombre trata de vivir en contacto con su alma y en estrecha relación con el aspecto creador de su propio ser, tiene que aprender a penetrar en esa región subjetiva de donde emanan las ideas verdaderas y reconocerlas antes de poder darles forma. Mucho de lo que se produce hoy, en los diversos campos del esfuerzo creador, no encierra una idea verdadera; la forma no encarna algo raro, original o real, y la razón de ello no hay que buscarla muy lejos. El hombre que crea estas frívolas expresiones del arte, no está en contacto con el mundo de las ideas. En realidad nada expresa, excepto la vaga ambición de hacer algo que llame la atención para satisfacer un anhelo innato de ser reconocido o una necesidad interna de expresar algo, un algo tan nebuloso e indefinido que el impulso no es adecuado para construir la forma. Primero debe dominar el secreto del contacto, luego penetrar y resolver el misterio del mundo de valores y significados. El hombre debe ser un creador, porque ha forzado su entrada al reino subjetivo de pensamiento y visión, que encierra en sí el espíritu creador. Jung dice:
La facultad creadora, igual que el libre albedrío, contiene un secreto. El psicólogo puede describir el proceso de estas dos manifestaciones, pero no puede hallar solución a los problemas filosóficos que ofrecen. El hombre creador es un enigma que podríamos dilucidar de varias maneras, aunque siempre sería en vano. Esto es una verdad que no ha evitado que la psicología moderna se ocupe del artista y de su
arte.
Freud creyó que había encontrado la clave en su método de relacionar la obra de arte con las experiencias personales del artista. Respecto a esto es verdad que hay ciertas posibilidades, pues es concebible que una obra de arte, como una neurosis, podría achacarse a esos nudos de la vida psíquica denominados complejos. El gran descubrimiento de Freud fue establecer que la neurosis tiene origen causal en la zona psíquica y que surge de estados emocionales y experiencias de la infancia, reales o imaginarias. Es innegable que la disposición psíquica del poeta compenetra la raíz y los derivados de su obra. Nada hay de nuevo en la aseveración de que los factores personales influyen en gran parte en la elección del poema y en el empleo de los materiales. Sin embargo, debe reconocérsele a la escuela freudiana el mérito de demostrar el gran alcance de esta influencia y la forma curiosa en la que se expresa.
Toda persona creadora es una dualidad o una síntesis de actitudes contradictorias. Por un lado es un ser humano con una vida personal, mientras que por el otro es un proceso creador impersonal. Así como un ser humano puede ser sensato o morboso, así debemos observar su constitución psíquica para determinar su personalidad. Pero sólo podemos comprenderlo en su capacidad de artista observando su realización creadora. Cometeríamos un grave error si tratáramos de explicar la forma de vivir de un aristócrata inglés, un oficial prusiano o un clérigo, en términos de factores personales. Ellos actúan como tales en forma impersonal (roles) y su constitución psíquica está cualificada por una objetividad peculiar. El artista se asemeja en algo a los tipos mencionados porque la disposición específicamente artística encierra un exceso de vida psíquica colectiva en oposición a la personal. El arte es una especie de impulso innato que se apodera de un ser humano y lo hace su instrumento. El artista no es una persona dotada de libre albedrío que busca sus propios fines, sino que permite al arte realizar sus propios fines por su intermedio. Como ser humano podrá tener caprichos, voluntades y objetivos personales, pero como artista es un hombre en el sentido más elevado, un hombre colectivo, aquel que lleva y moldea la vida psíquica inconsciente del género humano. Para realizar este difícil destino es necesario sacrificar a veces la propia felicidad y todo aquello que hace a la vida digna de ser vivida para el ser humano común.
Siendo así, no es extraño que el artista sea un caso especialmente interesante para el psicólogo que emplea un método analítico. La vida de un artista sólo puede ser una vida de conflictos, porque en su interior hay dos fuerzas en pugna, por un lado el anhelo natural de felicidad, de satisfacción y seguridad en la vida, por el otro una pasión avasalladora de crear, que puede ir muy lejos, hasta sobrepasar todo deseo personal. La vida del artista, por regla general, es altamente insatisfactoria – por no decir trágica -en el aspecto humano. Difícilmente hay excepciones a la regla de que una persona debe pagar caro el don divino del fuego creador.
La imagen arquetípica del sabio, del salvador o redentor, está enterrada y dormida en la inconsciencia del hombre desde los albores de la cultura; se despierta en las épocas tumultuosas. Estas imágenes primordiales son muy numerosas, pero no aparecen en los sueños o en las obras de arte hasta que vienen a la existencia por la perspectiva general descarriada. Cuando alguien se desvía, siente la necesidad de un guía o instructor, e incluso un médico. Cuando la vida consciente se caracteriza por la unilateralidad y una actitud falsa, entonces entran en actividad estas imágenes, podría decirse que instintivamente, y surgen a la luz en los sueños y visiones de artistas y videntes, restaurando así el equilibrio psíquico de la época.
En esta forma el trabajo del poeta viene a llenar la necesidad espiritual de la sociedad en que vive, y por esta razón su trabajo significa algo más que su destino personal, se dé cuenta o no de ello. Siendo esencialmente el instrumento para su trabajo, está subordinado a él y no podemos esperar que lo interprete para nosotros. Ha tratado de darle forma lo mejor posible y debe dejar que los demás y el futuro lo interpreten. Una buena obra de arte es como un sueño: a pesar de su aparente realidad, no se explica por sí misma y siempre es verídica. Un sueño nunca dice: usted debe creerlo o esta es la verdad. Presenta una imagen en la misma forma que la naturaleza deja crecer una planta, debiendo llegar nosotros a nuestras propias conclusiones. Si una persona sufre una pesadilla puede significar o que es muy miedosa o que está exenta de temor; si sueña con un anciano sabio, puede significar que es demasiado pedagoga o que necesita un instructor. En forma sutil ambos significados llegan a lo mismo. En el caso de una obra de arte, debemos dejar que ella actúe sobre nosotros así como actuó sobre el artista. Para comprender su significado debemos permitir que nos moldee como lo moldeó a él, entonces comprenderemos la naturaleza de su experiencia. Vemos que la ha extraído de las fuerzas curadoras y redentoras de la psiquis colectiva que subyace en la consciencia humana con su aislamiento y errores penosos; que ha penetrado en esa matriz de vida en la que todos los hombres están incrustados, la que imparte un ritmo común a toda la existencia humana y permite al individuo comunicar sus sentimientos y luchas a toda la humanidad.
El secreto de la creación artística y de la efectividad del arte reside en el retorno al estado de participación mística, ese nivel de experiencia que vive el hombre y no el individuo, y donde la felicidad y el dolor de un solo ser humano no cuenta, sino la existencia humana. He aquí por qué toda gran obra de arte
es objetiva e impersonal y, sin embargo, nos conmueve profundamente, y también por qué la vida personal del artista no puede considerarse esencial para su arte, sino a lo sumo una ayuda o un obstáculo a su tarea creadora. Podrá seguir el camino de un filisteo, de un buen ciudadano, un neurótico, un ingenuo o un criminal. Su vida personal puede ser inevitable o interesante, pero no explica al artista.
Estos pensamientos de Jung son materia para reflexionar, considerando que los candidatos a discípulos deben captar el hecho de que el objetivo de la meditación y su dedicación al servicio activo es la creatividad. El discípulo debe imponerse la tarea de demostrar la efectividad de su contacto con el Ser en una obra creadora de cualquier índole. Puede ser creación de una obra de arte (pintura, escultura, etc.), literatura, o alguna realización en el campo de la música o la ciencia. Puede ser el impulso creador demostrado al participar en el trabajo de los servidores del mundo – despertar las almas dormidas a la Enseñanza de la Sabiduría Eterna – o el cuidado del hogar y la educación de los hijos. Tiene que haber un resultado tangible, alguna expresión del tercer aspecto de la Divinidad, el de la creatividad.


Extractado de Apuntes de Clases por Correspondencia de la
Escuela Arcana> de Buenos Aires.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Ejercicios para la Creatividad de Jeniffer Middleton


“Frases cortas” de Fabio Morábito

Frases cortas, concisas y sencillas, repetía ufano el maestro de Español, y agregaba: me lo agradecerán un día. Esto fue en secundaria. En el bachillerato oí la misma cantilena en boca de la maestra de Redacción: frases breves, párrafos cortos, ideas claras: se lo agradeceríamos a la larga. En la universidad, en la clase de Metodología de la Investigación, la profesora, una monja afable, nos volvió a conminar a escribir frases no más largas de un renglón, una idea a la vez y «puntuación a modo». También se lo agradeceríamos. Yo no agradezco a ninguno de esos maestros sus sabios consejos. Cuando a mi vez me tocó ser maestro me cuidé de no imitarlos. Nunca he dicho a mis alumnos cómo deben escribir, sobre todo me he cuidado de no aconsejarles las frases cortas y las ideas claras, que son cosa de sioux: Hombre blanco cansado, yo tender yacija en el suelo para que duerma. Con ellas se aspira a una prosa sin bacterias, de quirófano, libre de oraciones subordinadas e incidentales, como si en la vida no existieran las subordinaciones de todo tipo y los incidentes que desbaratan nuestra ilusión de estabilidad. A los alumnos habría que decirles que tengan el valor de tener estilo, que escribir sin estilo equivale a no escribir, y por eso es difícil escribir, hasta para redactar un justificativo escolar, como le ocurrió a aquel escritor de nuestros días, que usó frases cortas e ideas claras y aun así encontró la redacción del justificativo para su hijo endemoniadamente complicada, al grado de que si su esposa no le hubiera arrancado el papel de las manos, porque el camión escolar ya estaba en la puerta, lo tendríamos todavía puliendo esos dos párrafos en busca del justificativo perfecto. Esto habría que decirle a los alumnos: que nunca se termina de escribir lo que uno escribe porque el mundo apurado nos lo arranca de la mano y sin ese apuro no habría estilo ni casi razón de escribir. Y decirles también que más allá de estilos y de géneros, de temas y argumentos, quien escribe, escribe siempre y tan sólo un justificativo. En “El idioma materno” (Editorial Hueders), Fabio Morábito dedica varias crónicas al oficio de escritor. Un oficio que ve con humildad: “Escribo cuando los demás duermen todavía y por lo tanto escribo para que nadie despierte, para que sigan dormidos. Soy el que protege pero también el que acecha, el que cuida la espalda a los otros y el que escribe a sus espaldas, la cabeza siempre inclinada sobre la escritura, como sólo la escritura es capaz de inclinar una cabeza”. De este libro publicamos íntegra la crónica “Frases cortas”.

The Infinite

     - John Boyle O'Reilly (1844-1890)

The Infinite always is silent:
It is only the Finite speaks.
Our words are the idle wave-caps
On the deep that never breaks.
We may question with wand of science,
Explain, decide and discuss;
But only in meditation
The Mystery speaks to us.

To-day

            John Boyle O' Reilly (1844-1890)
 

Only from day to day
The life of a wise man runs;
What matters if seasons far away
Have gloom and have double suns?


To climb the unreal path
We stray from the road way here
We swim the rivers of wrath
We tunnel the hills of fear.


Our feet on the torrent's brink,
Our eyes on the clouds afar,
We fear the things we think,
Instead of the things that are.


Only from day to day
The life of a wise man runs;
What matters if seasons far away
Have gloom and have doubled suns?


Like a tide our work should rise,
Each latest wave the best;
"Today is a king in disguise"
Today is the special test.


Like a sawyer's work is life -
The present makes the flaw
And the only field for strife
Is that inch before the saw.


Only from day to day
The life of a wise man runs;
What matters if seasons far away
Have gloom and have doubled suns?

sábado, 14 de febrero de 2015

Admonitions to a Special Person - Anne Sexton

Watch out for power, 
for its avalanche can bury you, 
snow, snow, snow, smothering your mountain.

Watch out for hate, 
it can open its mouth and you'll fling yourself out
to eat off your leg, an instant leper.

Watch out for friends, 
because when you betray them, 
as you will, 
they will bury their heads in the toilet
and flush themselves away.

Watch out for intellect, 
because it knows so much it knows nothing
and leaves you hanging upside down, 
mouthing knowledge as your heart
falls out of your mouth.

Watch out for games, the actor's part, 
the speech planned, known, given, 
for they will give you away
and you will stand like a naked little boy, 
pissing on your own child-bed.

Watch out for love
(unless it is true, 
and every part of you says yes including the toes) , 
it will wrap you up like a mummy, 
and your scream won't be heard
and none of your running will end.

Love? Be it man. Be it woman.
It must be a wave you want to glide in on, 
give your body to it, give your laugh to it, 
give, when the gravelly sand takes you, 
your tears to the land. To love another is something
like prayer and can't be planned, you just fall
into its arms because your belief undoes your disbelief.

Special person, 
if I were you I'd pay no attention
to admonitions from me, 
made somewhat out of your words
and somewhat out of mine.
A collaboration.
I do not believe a word I have said, 
except some, except I think of you like a young tree
with pasted-on leaves and know you'll root
and the real green thing will come.

Let go. Let go.
Oh special person, 
possible leaves, 
this typewriter likes you on the way to them, 
but wants to break crystal glasses
in celebration, 
for you, 
when the dark crust is thrown off
and you float all around
like a happened balloon.